El masaje es algo, literalmente, divino. Relaja y calma. Me ayudó a dormir mejor. Ya no tenía insomnio. También mejoró mi postura y mi dolor de espalda. El toque del masaje es vigorizante, reconfortante, atento y cariñoso. Hace un poderoso bien general. Me siento relajado, feliz, sin dolor y contento.
Busqué el servicio porque tenía un fuerte dolor de espalda. Después de la primera sesión ya sentí un gran alivio del dolor y una sensación de bienestar en todo mi cuerpo. Noté una mayor conciencia corporal, lo que me ayudó a ser más consciente de mi postura durante mi trabajo. El tratamiento me hizo mucho bien.
Flávio Gago, 53 años, analista de sistemas
São Roque, São Paulo